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domingo, 18 de noviembre de 2007

Monolito de la memoria de Fabero


La Fundación Domingo Malagón celebra hoy varios actos en los que se rememora la vida en la mina para conmutar penas por parte de numerosos represaliados del franquismo

Un edificio en ruinas y unas cuantas fichas arrinconadas en el Juzgado de Paz de Fabero, son los únicos vestigios que quedan del destacamento donde, una vez concluida la Guerra Civil, los que se habían mantenido fieles al Gobierno de la república frente al levantamiento militar del 18 de julio de 1936, redimieron con su trabajo en la mina, las largas penas a las que habían sido condenados. A partir de ahora un monolito recordará que en Fabero, al igual que otras cuencas mineras, muchas personas, además de haber perdido la guerra, se convirtieron en esclavos por iniciativa del Gobierno de Franco.

Cientos de personas procedentes de diversas cárceles León, Astorga, Orense, Burgos, Puerto de Santa María, Pontevedra, Oviedo, Celanova, Santander, Palencia, Madrid, Jaén, San Sebastián, Santoña o Murcia, -acusadas todas ellas del delito de auxilio a la rebelión y con penas que oscilaban entre veinte y treinta años-, recalaron en los primeros años de la dictadura franquista en el penal de Fabero para conmutar su condena trabajando en las instalaciones mineras de Antracitas Moro y Minas del Bierzo. Muchos de ellos, tras lograr la libertad condicional o haber sido indultados, se asentaron con sus familias en Fabero y siguieron trabajando en la mina, Lorenzo Bañuelos, Abelardo Vega, Hilario Tejedor, Valentín León entre otros. Los fornelos formaban el grupo más numeroso del penal, Ángel, Nito, Manuel o Rosendo fueron alguno de ellos.

Ubicación del penal

El destacamento penal de Fabero se asentaba a orillas del arroyo Luis Alto, en el paraje de la Reguera, en las proximidades de Antracitas Moro. Y estaba compuesto por dos pabellones para los presos, un edificio dedicado a cocina y despensa y un edificio de dos plantas donde se alojaban los guardias del penal. Una cerca impedía la salida de los presos del recinto y la posible entrada de sus familiares. Una vez clausurado el campo de concentración de penados, los barracones de los presos se rehabilitaron para viviendas de mineros y el edificio de los guardias para vivienda de los facultativos ante la escasez de vivienda que azotaba a Fabero en la década de los cincuenta, pasando a formar el barrio Bilbao, aunque popularmente se le conocía como Los Barracones.

Los actos

Por iniciativa de la Fundación Domingo Malagón, hoy domingo muchos vecinos faberenses rescataran de su memoria aquellos días tristes en que sus padres, tíos o abuelos, convertidos en esclavos de la patria, conmutaban la pena de cárcel con el duro trabajo de la mina, por el mero hecho de haberse puesto de parte del Gobierno legítimo de la República que se habían dado. Otros vecinos, los más jóvenes, se enteran por primera vez que en los años que siguieron a la contienda fraticida de 1936, en Fabero funcionó una delegación del Patronato Central Nuestra Señora de la Merced para la redención de las Penas por el Trabajo.

Los actos de esta jornada de recuperación de la Memoria Histórica y conmemoración de las víctimas de la represión franquista se iniciarán a las diez de la mañana con la inauguración de un monolito en la plaza de La Encina, otro lugar emblemático de los años de la posguerra, ya que en el mismo se ubicaba el cuartel de la Guardia Civil. A las once de la mañana tendrá lugar un debate sobre la Memoria Histórica con la participación de J. Moreno, del Foro de la Memoria Histórica, y Javier Gutiérrez, profesor de la Universidad de León. A las doce se pasará el documental Campos del Silencio dirigido por la faberense Eloina Terrón Bañuelos. Y a la una y media de la tarde como colofón final se descubrirá un monolito en la explanada que ocupaba el penal, en el paraje conocido como la Reguera.
M. Enríquez corresponsal | fabero Diario de León.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Perefecto. Creo que es un gran reportaje muy bien documentado.

Anónimo dijo...

Ya me joderia que tambien nos engañase en eso. Pues claro que esta bien!

Anónimo dijo...

Donde hay envidias y redecillas hay desorden y vileza.

Anónimo dijo...

"Donde hay envidias y redecillas hay desorden y vileza"
Que bonitas palabras